La adolescencia es peor para el adolescente que para la familia. Se producen una serie de cambios difíciles de asimilar: cambios hormonales, cambios de crecimiento y madurez física y cambios en los aspectos psicosociales. Esto es, cambios en el cuerpo que repercuten en la imagen de sí mismos, adquisición de la independencia del entorno familiar que genera discusión con los padres, búsqueda de identidad, cambio de amistades y de gustos, dudas sobre su valía personal, dudas sobre qué hacer con su futuro… y un largo etcétera. Os recomiendo la película “Ponte en mi lugar” (2003), que aunque antigua, refleja muy bien cómo es vivir la etapa adolescente desde el adulto.
Para poder entender una etapa evolutiva de forma completa, no podemos olvidarnos de conocer cómo funciona el cerebro en esos momentos.
El cerebro adolescente sigue en construcción, con lo cual, aunque observemos razonamientos muy coherentes y estructurados en algún momento, no significa que ese cerebro haya madurado definitivamente. La zona del cerebro que más tarda en desarrollarse es la zona de la Corteza Prefrontal y suele hacerlo a los 25 años; esta zona se encarga de la autorregulación, el autocontrol y el razonamiento (Roviola, 2021).
Esto no quiere decir que no se pueda hacer nada con ciertos comportamientos y actitudes que pueda presentar tu adolescente. Ya que en esta etapa sigue necesitando a su padre/madre, necesita que estés a su lado (acompañar) no que estés encima (controlar).
Para ello os propongo algunas pautas sencillas de contar, pero que suponen un esfuerzo a la hora de aplicar. Con esto no quiero desanimaros, simplemente que sepáis que modificar la forma de educar lleva tiempo y requiere dedicación.
Escuchar sin juzgar
Aléjate del «ya sé lo que me vas a decir», «lo que deberías hacer es…». Escucha para entender no para responder.
Procura no interrumpir, cambiar de tema, hablar de ti mismo/a o de “en mis tiempos…”. Evita, también, dar un consejo antes de tiempo, tranquilizar al otro o quitarle importancia a lo que nos está contando. Y sobre todo, si no has entendido, pregunta ¿me has querido decir…?, ¿con eso te refieres a…?, ¿no te entiendo cuando dices…?.
Empatizar
Ser empáticos no quiere decir que estemos de acuerdo con la otra persona, no es sinónimo de aceptación, es simplemente tratar de entender la postura de nuestro adolescente y/o el porqué de su comportamiento o reacción. Consiste en sintonizar con sus emociones, “entiendo que te has enfadado porque no puedes ir al viaje”, “comprendo que es difícil apagar el móvil cuando estás teniendo una conversación interesante”
Reconocer aspectos positivos del adolescente
Cuando las familias acuden a consulta una de las frases más escuchadas es “le falta autoestima”, “no se valora, ni se quiere nada”. Debemos ser conscientes de que la autoestima comienza a construirse a través de nuestros referentes, normalmente la familia. Y de ellas depende que su adolescente comience a valorarse a sí mismo.
Por lo tanto, es fundamental cambiar la mirada y comenzar a detectar esas conductas positivas que realiza nuestro adolescente y reconocérselas. El adolescente se mira como le miran, se valora como le valoran.
Comunicación Asertiva
El estilo de comunicación asertivo se basa en poder expresar opiniones, necesidades y deseos sin ofender a los demás. Sin trata de colonizar el cerebro del otro, esto es, aceptando que otras personas pueden pensar diferente.
Hay una muy buena estrategia asertiva conocida como técnica del sándwich o del bocadillo, que consiste en:
1º Empatizar: Demuestra que escuchas y entiendes: entiendo que…
2º Dar Opinión: Da tu opinión o di lo que piensas: sin embargo yo pienso…opino…
3º Dar Opciones: Di lo que quieres que suceda: por lo tanto sugiero…
Por ejemplo: Entiendo que quieras salir este sábado de fiesta con tus amigas (empatizar), sin embargo pienso que habiendo suspendido 5 asignaturas no es lo más adecuado (opinión), por lo tanto sugiero que pospongas el plan para cuando acaben las recuperaciones (opciones).
Amabilidad y Firmeza frente a autoritarismo y gritos
La amabilidad es ver las necesidades del adolescente, tenerlas en cuenta; esto no quiere decir que se tiene que actuar sólo en base a ellas ni hacer todo lo que el adolescente quiera. Se basa en validar (dar valor) las emociones y empatizar con lo que el adolescente siente, mostrar respeto poniendo el foco en la conducta y no en la persona y mostrar compresión hacia sus deseos.
La firmeza, sin embargo, tiene que ver con los límites, que tienen en cuenta el respeto al adulto y a la situación. Se basa en saber decir “no” con amabilidad e informar de las normas que hay que respetar, las cuales no pueden ser quinientas porque no todo puede ser igual de importante (Alonso y Rodrigo, 2021).
Negociar
Aléjate del «siempre se quiere salir con la suya». Cuando una persona negocia tiene que estar dispuesta a renunciar a algo para obtener algún beneficio. Por ejemplo, tenéis una comida familiar y tu adolescente ha quedado con amigos/as. Ha quedado a las 17:00, pero sabes que a esa hora será imposible que llegue porque vais a comer tarde. Una posible negociación es decirle a tu adolescente “entiendo que has quedado a las 17:00 y te esperan para esa hora, sin embargo vamos a comer tarde y para esa hora no podrás estar, te sugiero que hables con ellos y les digas que llegarás más tarde y después te acercamos nosotros a donde estén”. El adolescente renuncia a quedar a la hora que quiere, pero sigue quedando con sus amigos/as y tú renuncias a que se quede toda la tarde en familia, pero se queda hasta que todos terminéis de comer.
Y repetir, repetir, repetir, repetir, repetir, repetir… estas pautas.
“Quiéreme cuando menos lo merezca porque es cuando más lo necesito”
Firmado: los adolescentes
Referencias consultadas
Roviola, C. (2021). Taller de comunicación con personas adolescentes.
Alonso, B., y Rodrigo, V. (2021). Jornada breve sobre los principios de Disciplina Positiva en educación.
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